Nuestras cosas.

Podría estar contando su historia...

sábado, 2 de junio de 2012

Ojalá, mi siempre.


Ojalá el tiempo hubiese parado cuando dejaste de estar aquí, ojalá todavía pudiera verte llegar por el camino de siempre con la cara de siempre.

Cada año será igual desde que ya no estás, para mi sonreír sin razón alguna no es tan fácil siempre admiré la valentía y la facilidad con la que hacías que todo pareciera mejor. No quise regresar a casa menos mal ya no está ahí el lugar en el cual alguna vez el aire pudo ser hasta color rosa con manchitas blancas o azules, no había un lugar más allá del canto de los pájaros rojos con negro y picos plateados, yo pertenecí a ese lugar fue necesario partir.

Siempre seré una princesa con vestido azul que busca la parte de la felicidad que contigo dejó de respirar un miércoles, siempre esperaré parada en la puerta de cualquier lugar; ojalá el lugar que llame hogar.

No es fácil pretender que todo pase, que todo baile al compas del momento si ya no tiene un ritmo fijo, no tiene sentido pretender ser feliz si cada mes es más complicado aceptar una mirada y una sonrisa más sombría que la del mes anterior.

He visto cosas hermosas, realmente hermosas he visto como el amor florece y está presente siempre; ahí esperando la respuesta del otro lado del puente.

A nosotros nunca nos gustó esperar para tener lo que queríamos ¿verdad? siempre fue la absurda necesidad de saber que todo estaba ahí esperándonos a nosotros no nosotros a eso.

Llegó el día de regresa a casar y ver que todo era diferente, ya no eran los mismos pájaros y sus picos extraños ahora todo fue diferente sin ti, sin tu sonrisa sin la felicidad sin nada. Si pudiera devolver el tiempo no cambiaría ese miércoles tal vez cambiaría la manera en la cual sucedió y tal vez, sólo tal vez cambiaría
la forma en la que jamás me despedí de lo más puro y perfecto que una vez tuve en la vida, en mis planes no estaba que fuera tan difícil ni tan necesario decir un día adiós de esta manera.

El tiempo jamás va a parar mi ni me va a esperar para poder decir adiós a cualquiera que esté ahí.
 El tiempo castiga y enseña.